CUADRO DE SITUACIÓN (3)
El objetivo primario de estas acciones es la rápida eliminación de todo vestigio de este fracaso de gestión, cuidando celosamente que no trascienda a los medios de comunicación, con la complicidad de las autoridades de otros colegios, que ante un simple llamado telefónico de la inspección respectiva, hacen lugar donde no lo tienen, aceptan alumnos sin requisito alguno. Se justifica esta actitud en evitarle perjuicios al alumno, que ya ha sido perjudicado al perder su grupo de pertenencia, su escuela, sus docentes, su lugar y debe adaptarse en una inmediatez angustiante a esta nueva imposición.
Una vez más, de tantas, es el último en ser consultado, cuando es el primer y mayor perjudicado. Nada bueno esperemos cosechar de estas siembras.
Las máximas autoridades, solo esgrimen como diplomas de justificación, el mérito de haber sabido recorrer los vericuetos del escalafón jerárquico o simplemente haber sido nombrados por el Gobernador de turno, como reconocimiento de lealtades más que de saberes.
La estructura de este coloso burocrático es particularmente compleja y el aprendizaje más arduo al que se ven sometidos los funcionarios que lo forman, es precisamente el conocimiento de esta complejidad, que lejos de ser operativa para el área, o aunque mas no fuera, eficiente en la gestión, se transforma en una serie de obstáculos infranqueables para todo aquel que no forme parte de la estructura.
Fuertemente verticalista y consecuentemente piramidal, reduce las atribuciones de los agentes alejados del poder central a simples comunicadores, meros intermediarios entre el origen de un eventual problema y la última responsabilidad en la cadena de mando, que será la que determinara la conducta a seguir. Esta metodología, en la enorme geografía de la Provincia aludida, asegura que pocos sean quienes puedan acceder a la sede de las autoridades centrales, todo transcurrirá por los aceitados medios de comunicación de los diferentes estamentos: Dirección General-Inspecciones Regionales-Inspecciones Zonales-Directores de Establecimientos Educativos-Consejeros Escolares comunales. En muchos casos estos niveles jerárquicos se duplican o triplican en función de: Educación Pública, Educación Privada y Educación Especial.
Es absolutamente desproporcionado el cúmulo de formularios, notas, libros de actas, libros de firmas, libros de clase, libros de asistencia, libros de calificaciones, actas de exámenes, permisos de salidas educativas, autorizaciones de toda índole, declaraciones de asunción de responsabilidad por parte de los padres, que buscan única y exclusivamente relevar de responsabilidad a las autoridades educativas en los más diversos temas.
Una abrumadora proporción de los docentes estatales, no ejercen funciones docentes, y esto ha dejado de ser novedad, desde hace tiempo, tampoco es novedad que esta situación se mantiene, sin cambios, en resumen que la autoridad de aplicación en educación ha sido incapaz de revertir esta ecuación y ninguna señal aparece que permita pensar que se modificara en el futuro.
El orden jerárquico y la secuencia burocrática de esta superestructura asegura la casi imposibilidad de acceder a los más altos niveles de mando, por cualquier simple padre de cualquier simple alumno, todo debe ser comunicado, resuelto y notificado por vía jerárquica, de forma inapelable. Lejos de garantizar agilidad en las tramitaciones o satisfacción de las demandas, este sistema garantiza, que solo unos pocos tenaces no abandonen la tarea y por ende, pocos sean quienes lleguen a verificar la real existencia de un responsable, y solo eso.
El motivo del reclamo que anime la tarea de emprender el camino, deberá esperar la eventual respuesta, en los tiempos del sistema y bajo sus reglas.
Desde los Establecimientos Educativos; la cercanía física de las autoridades de los colegios con las familias que componen su población, permitiría suponer la simplificación de las eventuales gestiones que sean necesarias. No es así, por dos motivos centrales:
- a) A lo largo de los años, las familias se han alejado de las escuelas, aquellos colegios que antaño eran verdaderos centros de reunión y convocatoria de grupos de pertenencia que afianzaban relaciones, están en franca declinación.
- b) Por parte de las autoridades del colegio el mensaje es claro, cualquier cuestionamiento a lo que sucede puertas adentro es mal considerado, quien se atreva a formularlo será visto como potencialmente peligroso para el normal funcionamiento de la institución. Se declama permanentemente las puertas abiertas a las inquietudes de los padres, muy otra es la realidad y en no pocos casos la perdida de la vacante ronda amenazante a quienes se atrevan a manifestar alguna disconformidad.
La división en dos compartimentos independientes, uno ocupado de la Educación Pública y otro de la Privada, asegura, diferentes tratamientos de semejantes situaciones.
Cualquier reclamo o diferencia que se presente en la escuela pública, remontara raudamente el canal burocrático y en los tiempos y formas establecidos, recibirá respuesta, o no.
Cualquier reclamo o diferencia que se presente en la escuela privada, recibirá un exhaustivo tratamiento dentro del establecimiento, con la sola finalidad de no crear “problemas” a la autoridad estatal, solo en última instancia, deberá ser elevada y remontara raudamente el canal burocrático y en los tiempos y formas establecidos, recibirá respuesta, o no.
Perfectamente conocen los Propietarios de escuelas de gestión privada, las consecuencias de “caer en desgracia” con las autoridades estatales, que detentan el poder de otorgar o retirar autorizaciones de funcionamiento de estos colegios.
CUADRO DE SITUACIÓN (2)
Permanecen aún en mis recuerdos, las expresiones de temor y desorientación, de aquellos alumnos, que víctimas de la última crisis económica, vieron caer la posibilidad de continuar en establecimientos de gestión privada, ya que sus padres no podían continuar soportando el costo económico.
Temor por encontrarse en un medio social diferente, en la escuela pública.
Desorientación por encontrarse con niveles superiores de formación a los que se supone ellos tenían.
Permítaseme detallar mayormente algunas realidades de esta particular “Educación de Gestión Privada”
A partir de un contenido curricular mínimo, que es en realidad, el mismo que se dicta en los establecimientos de “Gestión Pública”, los colegios privados se encuentran en la más absoluta libertad de crear a su antojo, nuevas materias, con nuevos contenidos, que supuestamente marcan la diferencia entre estos dos estamentos. La idea no es mala, solo injusta.
Pero eso a quien le importa?
De todas formas, ni siquiera semejante oportunidad fue aprovechada, estas nuevas materias ”extra programáticas” solo sirven para ocupar espacios vacíos en el horario diario, sus contenidos livianamente bosquejados, pero adecuadamente presentados ante la autoridad de control, según las formulas y ritos contemplados, son aprobados y por lo tanto se llevan adelante. Actualmente semejante desaguisado tiene dos utilidades prácticas, casualmente las dos alejadas sideralmente de la supuesta mejor formación.
En algunos casos son moneda de negociación entre padres y autoridades, para definir la promoción del alumno al nivel inmediato superior.
En otros, son fuente extra de ingreso, materias optativas, cuya cursada implica una mayor erogación que la cuota pactada, además de gastos extras por la adquisición de material didáctico, que supuestamente será destinado a ese fin.
No son pocos los padres que se enteran de este desmanejo, a través de sus hijos, hábiles lectores de la realidad, y no son pocos los alumnos que saben, certeramente que en realidad solo deben aprobar las materias consideradas “obligatorias”, deduzcan ustedes la importancia que estos alumnos le adjudican prioritariamente a las llamadas “extra programáticas”.
Saben ellos, mejor que nadie, cuál será la peor consecuencia de no aprobar dichas ”materias” y no se equivocan, así asistimos a fin del año lectivo o después de los exámenes de febrero a precipitadas negociaciones y maniobras de captación, de estos establecimientos, que flexibilizan sus requerimientos en función de las necesidades económicas, léase, matriculas que tienen.
Permitiendo de esta forma atraer a quienes deban cambiar de colegio para pasar de año, esto sucede, permanentemente, los padres lo aceptan, creyendo con esta actitud beneficiar al alumno, quien también lo acepta, creyendo beneficiarse con la promoción. Los Colegios promueven e inducen estas acciones beneficiándose económicamente de ellas.
Las autoridades educativas…………bien, gracias.
Un párrafo aparte merecen dos cuestiones en esta particular “Educación de Gestión Privada”.
La primera se refiere a los tan promocionados colegios bilingües, en los que, a contra turno del contenido curricular en castellano, se ejecutan actividades en otro idioma, supuestas materias, que en el detenido relevamiento de su contenido, muestran prontamente la liviandad de la improvisación, la ausencia de coordinación entre las áreas de los dos turnos, la superposición de temas, el diferente enfoque de los mismos tópicos, contradicciones en las informaciones dadas.
Sabemos, quienes conocemos la trastienda cotidiana, que desde tiempo atrás se ha determinado que no está aventajado en el conocimiento del idioma extranjero aquel alumno que concurre a un colegio bilingüe, si es comparado con otro que concurra a media jornada y asista dos o tres días por semana a un instituto de enseñanza de la lengua de referencia.
También conozco la realidad de alumnos, asistentes a colegios bilingües, que ante la imposibilidad de asimilar la creciente complejidad del nuevo idioma, se limitan a memorizar cortas definiciones con regular fonética, que el docente acepta como respuestas a puntuales cuestionarios.
No se le ocurra a usted, lector, preguntar a ese alumno sobre el real significado del concepto que recita, simplemente no lo sabe expresar, ni siquiera en su lengua nativa, pues no sabe de qué está hablando. Nada ha aprendido, solo aparenta saber y parece que esta cosmética, una más, alcanza.
Quienes se supone, deben, controlar, celosamente, la actividad educativa que como Estado, delegan en la gestión privada, no cumplen su tarea, los pocos ejemplos enunciados lo demuestran y mientras tanto se suceden las aperturas de nuevos establecimientos privados, que falsamente suponemos, poseen todos los requisitos de idoneidad y solvencia que el elemental sentido común indica, para tamaña responsabilidad.
Y también se cierran, dejan de funcionar en aras de más rentabilidad en otro rubro o por mala administración o simplemente por el más profundo desconocimiento de la actividad que se encara.
En esta situación, las autoridades del área de educación, muestran en todo su esplendor, la capacidad que aquí si poseen, a los fines de liquidar la mercadería de inventario, léase los alumnos de ese fallido colegio, arbitrariamente distribuidos en otras escuelas, con una celeridad sorprendente, sin opciones, ni explicaciones.
CUADRO DE SITUACIÓN
Desde el Estado: Obviamente debe quedar sentado la inexistencia de política educacional alguna, en cualquier estamento que se analice, desde la óptica de considerar como tal a un plan maestro educativo, que como toda política de estado, se proyecte como objetivo independiente de los avatares ideológicos a que somos tan afectos.
Seguramente no se ha implementado ninguna modificación sustancial en los últimos cincuenta años, y las improvisadas cosméticas que fueron aplicadas, presentan claramente, sus consecuencias.
La mezquindad de los presupuestos destinados a la educación habla a las claras de las prioridades que se manejan en la política, algunos intentos aislados de mejoras o innovaciones de importancia, son o fueron pequeños islotes que no alcanzan la dimensión ni la fuerza para operar un resultado de masivo alcance.
En algunos distritos en particular, la crisis educativa adquiere proporciones alarmantes, y no por ser estas zonas particularmente carenciadas, desde los recursos de que disponen las autoridades.
Es el caso de la Provincia de Buenos Aires, particularmente grave por la concentración poblacional que detenta, es quizás el más dramático ejemplo de las consecuencias de idas y venidas, según los vaivenes del poder político de turno, con la complacencia de una sobredimensionada, lenta e ineficiente burocracia que se concentra en un organismo que ni siquiera merece el nombre de Ministerio.
A poco que se estudie la trayectoria educativa de la provincia en los últimos, por lo menos treinta años, se advierte un progresivo deterioro de todos los indicadores que miden la calidad educativa, la cantidad de días efectivos de clases, la proporción de docentes-alumnos, los porcentajes de deserción, el estado de conservación de la estructura edilicia, la calidad del equipamiento de las mismas.
Desde las diferentes Universidades, que reciben alumnos de esta provincia, se conoce desde tiempo atrás y se ha informado a sus autoridades educativas en reiteradas oportunidades, de la diferencia, en algunos casos alarmantes, del grado de carencia de conocimientos, de los alumnos provenientes de ese distrito. A decir verdad, la percepción de quien escribe estas líneas es la de franca retirada de los responsables de tal desmanejo, de las responsabilidades que les competen, lejos de poder comprender esta realidad como parte de una estrategia de cualquier índole, solo puedo encuadrarla dentro de las consecuencias de una absoluta ineptitud para llevar adelante la tarea que se supone deben cumplir. En esta certeza, solo resta interpretar que asisten impávidos al devenir errático del sistema, atinando solo a improvisados remiendos, siempre tardíos, siempre detrás de las consecuencias de lo que deberían haber sido capaces de prever y aún más de evitar.
Una de las responsabilidades indelegables del Estado, de cualquier Nación que como tal se considere, seguramente la más importante responsabilidad. La Educación, transita por propia inercia, carente de dirección, planificación y objetivos, cediendo terreno permanentemente, dejando librados a su suerte a grandes espacios geográficos de su responsabilidad, de los cuales simplemente se ha ausentado, quizá deba recordar que más allá de la simple geografía que menciono, se encuentran en ella las verdaderas víctimas de este desmanejo, las familias que moran esos lugares y que deben cubrir en no pocas ocasiones distancias absurdas en procura de educación, para sus hijos.
El sobredimensionamiento de la Educación de Gestión Privada en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires habla a las claras de la certeza de las anteriores afirmaciones.
Bienvenida seria esta alternativa si fuera adecuadamente supervisada por el área de gobierno respectiva y si además, garantizara la igualdad de oportunidades para los alumnos. Todos sabemos que ninguna de estas dos premisas se cumple. La indelegable supervisión es solo formal y lejos de garantizar igualdad, aumenta la discriminación entre quienes pueden y quiénes no.
Los primeros creerán que la inversión económica que realizan les reportara una mejor oportunidad de buena formación educativa, solo lo creerán, técnicas de mercado mediante, convincentes mensajes que prometen sin retaceo, un alto nivel que saben no cumplirán, imposible hacerlo, desde el plantel docente que pueden procurar los misérrimos salarios que pagan. Bueno es que se enteren, estos padres que en muchas ocasiones postergan justas prioridades de confort y seguridad económica en pos de la mejor calidad de formación en sus hijos, que a la hora de acceder a una carrera terciaria, en no pocas oportunidades, esos alumnos formados a fuerza de sacrificio económico, no alcanzan siquiera el nivel de rendimiento de otros compañeros, provenientes de estratos económicos menos favorecidos y en consecuencia, de escuelas públicas. Este dato, celosamente guardado, es conocido por las autoridades educativas de la provincia desde tiempo atrás y si, no se sorprendan, nada se hace al respecto.
QUE APRENDEN
Debemos abordar este concepto desde dos realidades abismalmente distantes y coexistentes, así entendido, primero pongamos atención en lo formal: Desde esta óptica se nos presentan prolijos contenidos curriculares, para cada nivel, al inicio del ciclo lectivo, detalladamente discriminados en objetivos a cumplir, con cargas horarias y etapas bimestrales o trimestrales, a poco de introducirnos en el análisis de los contenidos, en las materias, consideradas básicas, léase matemáticas, ciencias sociales, ciencias naturales y lengua, advertimos que, a lo largo de los diferentes niveles, se desarrollan en la secuencia denominada vulgarmente ”hojas de cebolla”.
Técnicamente consiste en la progresiva profundización de conocimientos, desde las nociones básicas a los crecientes niveles de complejidad, siempre dentro del mismo tronco temático. Este sistema se ha impuesto, más bien ha sido impuesto a la anterior metodología troncal, en la cual a partir del conocimiento profundo y completo de los conceptos fundamentales de la materia, se desprenden saberes colaterales o especializaciones, siendo cada una, a su turno, también desarrollada en profundidad, con los límites que impone los niveles preuniversitarios que estamos analizando.
Reitero que solo estamos analizando lo que formalmente se presenta, o sea estamos ante una mera enunciación de propósitos, que, de cumplirse acabadamente, arrojaría resultados, cuando menos satisfactorios en la evolución de conocimientos en sus destinatarios, los estudiantes.
Desde una perspectiva real, desde la concreción diaria de lo propuesto, la diferencia es abrumadora; Frecuentes feriados, paros docentes, inasistencias, suplencias, cambio de docentes, jornadas de reflexión docente, restan horas de clases que limitan consecuentemente la calidad o cantidad o ambas, del plan original.
La falta de material didáctico, el desconocimiento de la adecuada dosificación de los tiempos de clase, la falta de idoneidad profesional de los docentes a cargo, la ausencia del imprescindible clima de orden y atención, para desarrollar una clase, las opiniones encontradas de docentes formales y docentes particulares, sobre el mismo alumno, restan aún más las efectivas horas de enseñanza.
Fácilmente se resuelven estas falencias, salteando temas, dándolos por sabidos, remitiendo al alumno a que ya fue dictado el año anterior, lo que daría por absurda la necesidad de reiterarlo en este año, o simplemente eliminando, recortando temas. O sea invertimos la secuencia lógica cual sería ampliar la cantidad de horas, en función de los contenidos.
Tan acertado este remedio, como cortar la punta de los zapatos que compramos, a fin de que entren en la caja que es pequeña para recibirlos.
Lo no dado este año, será dado el próximo, cuando en realidad no será así, ya que el próximo año, el tema se dará por sabido y así seguimos, postergando, recortando, eliminando, mezquinando. Conviene recordar en este punto que no hablamos de zapatos ni de cajas, sino de conocimientos y alumnos, estos últimos y únicos perjudicados de estas conductas.
Ellos también tienen sus remedios, resúmenes de terceros, explicaciones apresuradas y fuera de contexto por parte de padres o docentes particulares, reducciones o simplificaciones de conceptos relativamente complejos que muchas veces se adentran en el terreno del absurdo.
De esta forma llegamos al fin del ciclo y a las evaluaciones consecuentes y aquí una vez más la omnipotente facultad del docente, que puede aprobar, desaprobar, reclamar el conocimiento que no dicto, ignorarlo, asumir sus inasistencias, omitirlas, recordar los días de paro, darlos por inexistentes, reflexionar sobre las jornadas de reflexión docente y su utilidad o añorar esas jornadas de esparcimiento donde las más jugosas reflexiones rondan el sabor de lo que se come, o la temperatura del mate o te que se toma.
Aceptar el recitado de los párrafos aprendidos de memoria, de apuntes bajados de internet, acceder al inapreciable obsequio de una carpeta de algún alumno que ya haya cursado esa materia, con ese profesor, años anteriores, en la certeza de que iguales serán los temas, iguales las explicaciones, el mismo argumento, automáticamente recitado año tras años. O simplemente la mejor creatividad estudiantil puesta al servicio de recrear técnicas de copia que permitan salir airoso del examen.
Pues de eso se trata y el fin último de un examen, la evaluación de los conocimientos incorporados, no es tal en la realidad, solo se trata de aprobarlo de llegar a la nota y obtener el pasaporte a los premios, gratificaciones, permisos o aquello que el alumno considera prioritario en su vida.
¿El progreso intelectual? bien gracias, allí espera, su revancha, cuando sea requerido para obtener mejores oportunidades en la vida.
COMO APRENDEN
La tarea de aprendizaje reconoce dos tipos de actividades: las realizadas en el Establecimiento Educativo y las que, bajo el nombre de “Tareas”, deben ejecutarse en el hogar. En el primer caso, las opciones del alumno se reducen a:
a) Cumplir las consignas y abocarse a la resolución de lo planteado, procurando las explicaciones adicionales que en ese momento detecta que precisa.
b) Simular que atiende a las explicaciones y escribe lo solicitado, mientras divaga en sus remotos paisajes o reclama la atención para sí, de alguien cercano que intenta cumplir con su tarea, quien generalmente cede a la invitación del viajante.
c) Mostrar, de forma evidente, su total independencia de la clase; caminando sin rumbo, molestando a todos, arrojando objetos, interrumpiendo el desarrollo de la actividad, consiguiendo generalmente su objetivo, cual es: ser retirado de la clase, inútilmente parado en un pasillo o dirigiéndose parsimoniosamente a recibir la sanción que ha merecido y poco le preocupa, o a la espera del timbre liberador que señala el comienzo del recreo inmerecido, pero único y realmente interesante momento del día escolar; pues este alumno va todos los días al Establecimiento a desarrollar actividades sociales, que se ven interrumpidas por largos e insoportables tiempos en los que el docente interrumpe sus necesidades, con innecesarios y absolutamente incomprensibles conceptos que, desde tiempo antes, se ha declarado incapaz de comprender y mucho menos de interesarse por ellos.
Las denominadas “Tareas” presentan menos problemas para nuestro alumno, ya que rara vez sus padres se interesarán por lo que debe hacer, más allá de una liviana pregunta, que con el solo esfuerzo de responder negativamente, le asegura poder dedicarse a sus verdaderos intereses, totalmente a salvo siquiera de intentar cumplir alguna de esas tareas, pues nada ha copiado en clase, nada ha atendido ni entendido, por consecuencia.
En el colmo del absurdo, aquellos colegios de doble jornada, ocho horas de permanencia, se declaran al borde de la insanía al pretender más trabajo aún en la casa.
Pero a no desesperar, se tejen alianzas o transacciones comerciales que aseguran que el displicente cuente con la conveniente asistencia de algún compañero que le dará la tarea lista. Todavía merodea como ejemplo la anécdota de la docente que recibió, calificó y devolvió doce tareas de Ciencias Sociales, todas copias del mismo original, sin darse por enterada de la burla.
Ciertamente estas actitudes confirman el desvalorizado concepto que los estudiantes tienen sobre sus maestros y que no abarcan solamente sus saberes específicos, avanzan hasta cuestionar su inteligencia y capacidad personal.
Los exámenes y pruebas parciales son otro tema, otro terreno de combate y otras armas. No se agendan fechas, no se prevén ni preparación de información ni evacuación de consultas, todo se resuelve en el día anterior o en los minutos anteriores al examen.
Los menos talentosos en este ejercicio del mínimo esfuerzo, marchan serenamente resignados al fracaso, reciben el examen, permanecen unos minutos ante esa hoja de papel, para ellos absolutamente incomprensible, la devuelven tan vacía como la recibieron y parten liberados a compartir un recreo más prolongado, lejos de los que quedan esforzándose en cumplir o de quienes aplican sus mejores talentos en el desarrollo del plan de copia elaborado, ante la atenta mirada del docente de turno, generalmente vigilando, concentrado en:
-la tarea de escribir y leer los mensajes de texto, que intercambia por su celular, aquel que expresamente ha sido prohibido a los alumnos.
-retocándose el maquillaje.
-comiendo un refrigerio en su escritorio o conversando con algún colega que ayuda a pasar esos momentos de ocio.
Fin de año es el momento de las suplicas, las extorsiones, las negociaciones con padres y alumnos unidos tardíamente en el afán de no ver perturbadas las vacaciones por molestos exámenes de febrero. Se cobran y se pagan a fin de año, rencores, molestias y trasgresiones prolijamente registradas a lo largo del ciclo.
En los establecimientos educativos de gestión privada, sobre todo en los de alto costo, la presión económica es vergonzosa, las familias numerosas detentan gran poder de negociación, el riesgo de perder tres o cuatro matriculas obliga a mirar los resultados de los exámenes con los dos ojos; El del Docente y el del Administrador, y obviamente el docente cierra el suyo, de esas matriculas depende su sueldo.
Bueno es que sepan quienes no sepan que los alumnos conocen todo esto y ellos también se amparan en estas conductas de evasión, más que ninguno tienen la certeza de pasar de año, aprobar, ser promovidos, independientemente de si saben o no. Y aciertan y al hacerlo sonríen y confirman y al hacerlo aprenden, en magnificas clases prácticas, los rudimentos de la corrupción, y así vamos.
Y el progreso intelectual? Bien gracias, enriquecido por estas lecciones de vida, de supuestos valores, en realidad contravalores, que esos si, han sido bien aprendidos.
QUIENES APRENDEN
Educandos, alumnos, escolares, estudiantes…; carece de relevancia el rótulo, en tanto y en cuanto, no reconozcamos qué representa cada una de estas denominaciones.
La evolución se produce, fatalmente, y en total libertad de los intentos que por detenerla o apenas demorarla se realicen. Así debe ser, como última garantía del mejor crecimiento de los integrantes de la especie humana, y bueno es que nos anoticiemos, a la brevedad posible, de la inutilidad de los esfuerzos, algunas veces patéticos, otras casi criminales, que puedan intentarse al respecto.
Quienes reciben la enseñanza, ya no son seres pasivos; se han convertido en cuestionadores, contestatarios, interrogadores que, no pocas veces, ocupan el espacio cedido por la mediocridad del supuesto educador, quien sucumbiendo a la tentación de repetir como letanía los mismos conceptos, año tras año, se ha bajado del tiempo, del progreso, de la actualización, y se ha refugiado en la burbuja de sus primeros saberes; sólo la reiteración de los mismos le permite transmitir una fachada, apenas, de superioridad intelectual.
De ser esto detectado por quienes, supuestamente, nada tienen para cuestionarle, generará un creciente alud de planteos, preguntas y opiniones, difíciles de responder por quien sólo encuentra seguridad en la altura de una tarima o en la trinchera de un escritorio.
Los antídotos ante esta irreverencia, ante el improcedente desafío a la autoridad formal, dolorosamente lejos de la natural aceptación al mayor saber, no son, por conocidos, menos vergonzantes.
Sanciones, exámenes sorpresivos, cuestionarios abiertamente capciosos, criterios de evaluación en los cuales el ítem “concepto” es blandido como espada justiciera contra el osado de turno. La complicidad del sistema garantiza el seguro escarmiento.
El docente es el poseedor de la razón, y difícilmente alguien logre demostrar lo contrario sin sufrir las consecuencias de la no renovación de la matrícula en ese colegio, a más de serias dificultades para conseguir otro establecimiento donde insertarse, gracias al eficiente sistema de comunicación que, para estos casos, funciona acertadamente.
Pero siguen evolucionando. Atrás ha quedado el respeto a los años por sí mismos: la experiencia se llama antigüedad, la serenidad es inseguridad o, peor aún, miedo; la paciencia es debilidad o estupidez; la severidad es prepotencia y desafío, que ciertamente están dispuestos a aceptar.
En todas estas actitudes, reflejan sus modelos:
- Los familiares, que desgraciadamente y con frecuente razón, desvalorizan al docente en las esporádicas charlas de entrecasa.
- Los sociales, que permanente preconizan la superioridad de la astucia sobre la inteligencia, de la mentira sobre el juego limpio, de la fuerza sobre la razón, de la capacidad para adaptarse a la selva real por la que transitarán toda la vida, en lugar de prepararse para transformarla en un mejor lugar para vivir.
Y siguen evolucionando. Beben, se embriagan habitualmente; las drogas y la pornografía los rondan desde temprano, cuando aún no comprenden de qué se trata. Interfieren las comunicaciones escritas entre padres y colegio, ya sea para falsificar una firma que da por notificada una mala nota, o para transformar esta misma nota en una mejor.
Fraguan autorizaciones para retirarse más temprano o para justificar el incumplimiento de una tarea. Crean y recrean métodos y estrategias para reemplazar los conocimientos no estudiados por la rapiña intelectual de la copia o por el burdo resumen que tienen al alcance de la mano, con sólo ingresar en la Web y recorrer los sitios que ofrecen la posibilidad de parecer saber lo que, en realidad, se ignora.
La diaria tarea del alumno se ha convertido en la diaria supervivencia que, ejercida día a día, se transforma en la rutina de ser estudiante sin estudiar y de transgredir sin consecuencias. La escuela es un espacio de juego y liberación; la tarea de aprender es una molestia a evadir y los eventuales momentos en que, acorralados por las consecuencias de esta actitud, deben afrontar sus carencias, los encuentra imposibilitados de remontar la adversidad por carecer de los conocimientos, de la forma de incorporarlos y de la actitud de aplicación al estudio, que les es ajena, desagradable y amenazante.
No para su futuro, al que no consideran, sino por la eventual pérdida de alguno de sus valores más preciados, como permisos de salida, los últimos adelantos tecnológicos de juego a su disposición o cualquier otra prerrogativa de solaz que reciben sin méritos que las justifiquen y ocupan casi todo el tiempo de sus vidas.
Los padres temen a sus hijos, temen sus reacciones, los chantajes afectivos, las conductas inmanejables, los reproches justificados por la soledad en que se desarrollan. Por esta razón, la tolerancia es de una laxitud sorprendente; los límites impuestos en un momento de ira, prontamente se negocian, o simplemente se indultan, en una demagógica actitud que busca más el perdón que la enseñanza de vida.
Los padres no comparten la tarea de aprendizaje con sus hijos, en algunos casos, por la imposibilidad intelectual de acercarse a saberes complejos para sus conocimientos; y en una lamentable mayoría, por comodidad, simplemente por no estar dispuestos a “desperdiciar” tiempo de sus actividades laborales o sociales en esta cotidiana forma de acercamiento, en este inapreciable momento de compartir una tarea en común.
Y en esta realidad, se comprende la genuina sorpresa de estos padres al enterarse, por lo general muy tarde, de la verdadera situación que atraviesa su hijo en la actividad escolar. La consecuente reacción será más de lo mismo. Aceptarán que el docente, o la escuela en general, es la primera responsable del fracaso; excusarán a sus hijos de protagonismo alguno en el desastre; aplicarán todas sus energías en rodearlo de maestros particulares que les arrojen el puntual salvavidas que para el puntual examen precisan; volviendo de inmediato a ocuparse de sus personales cuestiones, convencidos de que se obrará el milagro de superar el examen, aprobar el trimestre o pasar de año, únicos fines importantes en esta peculiar percepción de la tarea de estudiar.
COMO ENSEÑAN
La falta de una metodología coherente que establezca directrices básicas y deje libertad al vuelo creativo de la vocación docente, ha dado lugar a una situación anárquica de marchas y contramarchas, planes y modificaciones sólo cosméticas, en períodos de tiempo que son segundos en términos de educación.
Todo este proceso se cumple en el cauce de un aparato burocrático de enormes dimensiones, como veremos más adelante, que paradójicamente, parece ser lo único permanente e inamovible en los organismos educativos. La estructura férreamente verticalista permite que los docentes sean, con el correr de los años, directores de establecimientos; más tarde, inspectores zonales y, finalmente, autoridades centrales.
Los requisitos para recorrer esta escala se reducen a mantenerse dentro del cauce burocrático preestablecido, acumular los años de ejercicio necesarios y obtener el puntaje que se solicita. Para esto último, se dictan cursos de formación para los diferentes grados, que se aprueban fácilmente, con el “fundamental” requisito de cumplir la asistencia a los mismos.
Este sistema fuertemente corporativo asegura, a quienes están dentro de él, la ventaja de un régimen laboral plagado de privilegios y ventajas, conocido en algunas provincias como Estatuto del Docente, que analizaremos en otro capítulo, y que ha dado sobradas muestras de solidez, resistiendo exitosamente tibios intentos de desmantelarlo.
Nuestros planes educativos, a todo nivel, se encuentran fatalmente cautivos del devenir político; por lo tanto, la inconstancia en la aplicación a largo plazo de planes coherentes, es la realidad palpable. Los funcionarios de carrera en organismos educativos han adquirido la habilidad de adaptarse inmediatamente a la tendencia política en vigencia, cambiando contenidos, cargas horarias, denominaciones de materias o ciclos de educación, pero manteniendo, en la esencia, la misma mediocridad e improvisación, la que ya muestra descarnadamente los resultados de su permanencia en el tiempo.
Los frecuentes paros docentes, las ausencias a veces ridículamente prolongadas de los educadores a clases, las largas horas libres de absurdo ocio, no hacen más que alimentar la actitud contestataria de los alumnos hacia los docentes, en particular, y hacia la escuela, en general.
Recrear el adecuado ambiente para la concreción del proceso de enseñanza - aprendizaje se está convirtiendo, año a año, en un crítico problema que suma dificultades a las ya existentes. Es que el indispensable ámbito de orden formal y la relación docente-alumno se agravan permanentemente, alcanzando grados de violencia y cuestionamiento impensables hace una década.
- El docente colabora con burdas medidas que, lejos de resolver el problema, sólo alimentan la falta de respeto y cuestionamiento en el alumno. La imposición de “tareas extra” como castigo a faltas disciplinarias y las bajas calificaciones por inconducta en clase, demuestran claramente el absurdo mensaje: las tareas y las calificaciones se transforman en elementos de castigo. Nada más alejado del verdadero fin de éstas: las tareas son para practicar o demostrar conocimientos adquiridos y las calificaciones resumen la opinión del docente sobre el saber del alumno. Ninguna de estas dos herramientas puede ser utilizada como elemento de coerción o castigo, sin generar resistencia o mala disposición, en el mejor de los casos.
- El alumno colabora con actitudes, generalmente colectivas, de desorden y distracción, que imposibilitan el necesario clima de trabajo. Rápidamente detecta y ejecuta aquellas acciones que, sabe, molestan especialmente al docente o a los compañeros, los menos, que desean prestar atención a la clase. Un falso sentido de compañerismo lo alienta en estas acciones que, cuando son ejecutadas en el anonimato, le aseguran la impunidad. Nadie delata al revoltoso, y quien se atreva a hacerlo se expondrá a duras represalias. Finalmente, se convence de que el silencio cómplice es la mejor actitud. Numerosos ejemplos en el mundo de los adultos le confirman esta acertada elección.
El buen alumno es representado con una imagen lamentablemente desvalorizada, reforzada por los modelos propuestos en la sociedad. Rechazado por el grueso del estudiantado, se lo representa tímido, introvertido, cobarde, de mal aspecto físico; sus lentes de lectura simbolizan la inteligencia que se supone sólo apta para el estudio; socialmente lejos de la mayoría que, apartada de la mediocre vida que él lleva, se entrega a los placeres y diversiones propias de una juventud sin proyectos ni horizontes más lejanos que la planificación de la próxima fiesta o desorden, o de la pesada broma que, casi siempre, lo tiene como víctima.
En los últimos años, asistimos, cada vez con mayor frecuencia, a situaciones de extrema violencia física en un ámbito inimaginable para estos desbordes.
Docentes amenazados o agredidos directamente por alumnos, o padres de alumnos; actitudes extorsivas de alumnas que, confabuladas previamente, generan situaciones que les permiten presentarse como víctimas de supuestos acosos sexuales, que termina, seguramente, con la separación del docente, como mínima consecuencia.
Cierto es que la credibilidad prestada a estas acciones es directa consecuencia de otras previas, en las cuales alumnas y alumnos de diversas edades han sido genuinas víctimas de conductas aberrantes, las que, en más de una oportunidad, fueron protegidas por la actitud corporativa de quienes debían sancionarlas.
El compañerismo está siendo reemplazado por la complicidad.
El estudio está siendo reemplazado por numerosas y depuradas técnicas de copia.
El respeto está siendo reemplazado por la hipocresía aduladora.
Los valores morales están siendo reemplazados por la viveza y la especulación mezquina.
La riqueza intelectual está siendo reemplazada por la verborragia sin contenido y la actitud seductora o mendicante.
Al margen de la educación formal, abundante en horas y avara en contenidos y motivaciones, crece a ritmo desenfrenado la asistencia extraescolar, realizada por docentes que encuentran la manera de incrementar sus magros salarios procurando, en la saturación, producir un aprendizaje cada vez más urgente, el que sólo lleva en sí mismo, la necesidad de aprobar un examen o de salvar una materia.
Desde hace tiempo, el proceso de evaluación de los conocimientos asimilados ha dejado de ser la oportunidad para demostrar el aprovechamiento de la tarea realizada, para transformarse en un evento amenazante, y no por las consecuencias intelectuales de enterarse sobre las enseñanzas no incorporadas. La amenaza real y temida se refiere a las sanciones que padecerá el alumno, en forma de restricción de salidas o vacaciones, o la postergación en la entrega del premio material ambicionado. Ante esto, cualquier actitud, acción u omisión se justifica para evitar la consecuencia.
- La familia colabora con comentarios o actitudes desvalorizantes hacia la institución o los docentes, muchas veces justificadas, pero no por eso menos perjudiciales.
- Colabora por omisión, ausente en mayor o menor grado en el proceso cotidiano de aprendizaje.
- Colabora abiertamente en la realización de tareas, pocas veces pedida por el hijo, lo que se convierte casi siempre en tediosos monólogos temáticos que superan largamente las necesidades del alumno y que sólo dejan en evidencia la sideral distancia, en magnitud de conocimientos, que separa a padres e hijos. El bochorno de su ignorancia seguramente evitará que vuelva a pedir ayuda.
- Colabora poniendo a disposición de su hijo, docentes extraescolares, ya sea por limitaciones intelectuales o por simples razones de comodidad personal.
- Colabora en actitudes de verdadero encubrimiento ante la escuela por tareas no realizadas o por cuadernos de notas adulterados por el alumno, en calificaciones o firmas de los padres.
- Colabora en la negativa a asistir al establecimiento cuando es citado; o haciéndolo con una actitud de hostilidad manifiesta hacia el docente o el colegio, o con la preventiva defensa anticipada de cualquier imputación que se le pudiera hacer a su hijo.
- Colabora en el incumplimiento de amenazas de graves sanciones si sucede algo indeseado, que, si se produce, no recibe la contrapartida adecuada en forma, ni siquiera, de leve reprimenda.
LES NOTES DE FINAL DEL CURS
Ja estem en ple mes de Juliol, amb vacances, casals... i vam donar per acabat el curs amb el lliurament de les “notes”. I a mi m'agradaria fer una mica una mirada enrere per reflexionar sobre alguns aspectes.
Primer de tot les qualificacions ens diuen com el nostre fill/a ha finalitzat un curs o una etapa. Aquestes qualificacions responen a una recollida exhaustiva i sistemàtica de la informació, cada trimestre i finalment al final del curs. Però d'aquestes dades que apareixen per cada àrea a mi m'agrada tenir en compte els ítems o apartats de cada una de les àrees on ens indiquen el grau d'assoliment dins aquella matèria. Perquè la feina que ha fet el nostre fill/a bé s'ho val. I perquè ens mostren si l'àrea està assolida totalment o si hi ha quelcom que hem de millorar.
En aquest sentit quan comencem a treballar amb alumnes amb dificultats observem que alguns d'aquests ítems o apartats dins una àrea concreta no s'han assolit prou bé i apareix la frase que ho indica. Si reiteradament detallem aquesta dificultat però no fem una intervenció adequada , la bola es farà més gran i es convertirà en un problema molt més greu. És per això que a més de llegir la qualificació global ens hem d'aturar en els detalls avaluats. Ja sigui per felicitar o per iniciar una ajuda específica.
En segon lloc , les qualificacions no ens diuen com és el nostre fill o filla. Més aviat ens indiquen la seva capacitat de resolució davant unes competències concretes, detallades en àrees. Però aquí cal tenir molt en compte el PROCÉS que ha fet l'alumne. A vegades la qualificació no indica prou bé l'esforç o la superació que ha calgut fer . I aquí és on entren en joc les OBSERVACIONS que ha fet el/la tutor/a o els especialistes de cada matèria.
Aquestes frases que conformen l'observació del nostre fill/a són MOLT IMPORTANTS, donen la visió de la trajectòria que s'ha fet , dels encerts, dels errors (si s'escau) i moltes vegades de les felicitacions que sincerament es fan. Crec que és molt important poder-les llegir amb el nen /a i fer-li veure com és de valorat/ada, estimat/ada. És una personalització del seu procés d'aprenentatge i val la pena ajudar-lo a comprendre com s'observen detalls, procediments, activitats, hàbits etc.
Des d’aquí el nostre agraïment a tota questa feina d'observació i avaluació (per després poder-ho redactar) que fa l'equip docent de qualsevol curs. Dir-vos que per les persones que després intervenim quan hi ha dificultats, les vostres frases, observacions i percepcions han estat molt importants.
Us desitgem unes bones i merescudes vacances!!!!
Centre Pedagògic Carme Pau-Julio Altomonte