CUADRO DE SITUACIÓN (9)
Dicha atribución se ejerce discrecionalmente, con nichos de corrupción en la misma estructura, que permiten abreviar tiempos de trámites u omitir exigencias reglamentarias de habilitación, que en algunos casos llegan a extremos de absoluta ridiculez.
Valga el ejemplo de la obligatoriedad de que el nombre del establecimiento sea en idioma castellano, recorran ustedes su memoria y saquen sus conclusiones.
-Desde el cuerpo Docente: También en este ítem vale la separación en dos subclases, aquellos que se desempeñan en Establecimientos Públicos se encuentran agrupados en varias organizaciones gremiales que han sido y son protagonistas de prolongadas medidas de fuerza, reclamos salariales, reclamos de planes educativos, reclamos escalafonarios, reclamos de presupuesto y equipamiento y silencio, absoluto silencio respecto de la permanencia del denominado Estatuto del Docente, un verdadero digesto de privilegios, permisos, licencias, jubilaciones tempranas, tareas pasivas, puntaje para acceder a cargos superiores y una extensísima lista de conquistas y reconquistas que lo constituyen en el más claro ejemplo del desborde en las reivindicaciones, natural hijo de la complacencia y complicidad de las autoridades educativas de cada momento.
Nada nuevo digo al referirme a los clásicos paros de principio de año, a las amenazas de paro de mediados de año y a los esporádicos paros de todo el año. Muchos días transcurren los alumnos sin clases, antes que las autoridades, con un ojo en el almanaque saquen sus cálculos respecto a lo lejano o no de los periodos vacacionales, momento en que poco importan las protestas docentes.
Sabrán ustedes que gozamos del privilegio de ser uno de los países con menos días efectivos de clases por año calendario, o sea doce meses, y no los menos de nueve meses que utilizan las autoridades para mentirnos esta dura realidad.
Los Docentes de establecimientos Privados no disfrutan de la seguridad en el pago de sus haberes ni la estabilidad en sus funciones y ciertamente para ellos el Estatuto del Docente es una lejana quimera que nunca alcanzaran, simplemente de hacerlo, las escuelas privadas serian inviables económicamente.
Por lo cual, no hay paros en estos establecimientos, en consecuencia la mezquina cantidad de días de clases se cumplen rigurosamente, los sueldos se pagan cuando se puede, los montos son aceptados sin discusión alguna, o simplemente el docente desconforme es reemplazados por una larga lista de aspirantes, que independientemente de sus antecedentes académicos, son valorados por la aceptación de estas reglas.
Los bajos sueldos, aseguran la necesidad de sumar horas, aun en diferentes colegios, no pocas veces separados por distancias absurdas, con las consiguientes demoras, ausencias y agotamiento personal que obviamente resienten la tarea educativa.
Y por esto pagamos, convencidos por engañosa publicidad que la escuela privada es garantía de mejor educación, cuando la realidad es que en muchas zonas, el estado simplemente está ausente en la tarea educativa, la búsqueda y pago de una institución privada es en muchos casos compulsiva.
En las dos instancias, pública y privada, los cursos de actualización docente son apenas requisitos a cumplir para sumar los puntos necesarios para competir por un puesto o jerarquía escalafonaria, de todas formas carece de importancia a los fines de una supuesta mejora en la calidad educativa.
Nada nuevo hay que decir, mostrar o enseñar a los docentes, desde hace por lo menos cincuenta años.
-Desde las Familias; reiterado el concepto, las familias no van a la escuela, solo mandan a sus hijos a la escuela y ciertamente desconfían de lo que allí sucede, pero solo se atreven a mirar a través de sus hijos, de los comentarios de ellos, saben o presienten que su presencia no es bien vista dentro del establecimiento.
Los colegios se han convertido en herméticos feudos, donde solo quienes allí se desempeñan tienen derechos, cualquier planteo o discrepancia es una intromisión que garantiza frialdad en el trato, como resultado menor, de allí en más las consecuencias de persistir en la actitud, mostrara potenciales consecuencias que pocos se animan a enfrentar.
No pocos padres reconocen sentirse tratados como ignorantes y recibir explicaciones que mas se asemejan a los admonitorios discursos de reprimenda a escolares de corta edad, que el abierto, franco y positivo dialogo entre quienes supuestamente comparten nada menos que la educación de un niño.
Esta ausencia de la familia en el ámbito educativo, también reconoce una progresiva y preocupante deserción de los padres en el acompañamiento de la actividad educativa de sus hijos. Quienes pueden se reemplazan gustosamente por docentes particulares, quienes no, simplemente dejan que las cosas sucedan, algunas veces por imposibilidad cultural, no pocas por comodidad.
La educación es obligatoria, el voto también lo es, en ninguno de los dos casos esta obligatoriedad asegura éxito en el fin buscado, si este fin es loable para la sociedad.
Las jornadas completas de ocho horas en el colegio, son funcionales a la actual estructura familiar, en todos los niveles de la sociedad y por diferentes motivos.
En las clases altas y medias, permite desentenderse de los hijos, dedicarse a mayores exigencias laborales o simplemente disfrutar del tiempo libre.
En las clases bajas, es una tabla de salvación que alivia el hacinamiento, asegura que los alumnos coman por lo menos dos raciones por día, pues si, bueno es que recordemos que en los últimos años, nuestras escuelas son también comedores y en no pocos casos la alimentación predomina sobre la educación como fundamento de la asistencia del niño a la escuela.