Pigsi Protocolo de Intervención Global y Simultánea

CARME PAU - JULIO ALTOMONTE

DESPATX PEDAGÒGIC MULTIDISCIPLINARI

  
  

CUADRO DE SITUACIÓN (5)

En esta situación, la eventual idea de reclamar por alguna irregularidad que preocupe a los padres, se transforma en una amenaza, por las consecuencias, que silencia cualquier intento, o produce situaciones de extrema violencia, de los padres sobre los docentes, de las que cada vez con más frecuencia nos enteramos.

La creciente estadística de abusos de variada índole sobre niños en el ámbito escolar, impone la reflexión de saber qué criterios de selección se aplican en quienes están a cargo de nuestros hijos, debemos buscar las respuestas a este interrogante, toda vez que el más absoluto hermetismo al respecto es la actitud permanente de las autoridades educativas, de cualquier nivel ante cada uno de estos sucesos.

Los padres hemos delegado prácticamente toda responsabilidad y protagonismo en la educación de nuestros hijos, los motivos pueden ser diferentes, las consecuencias nos igualan.

-Desde los Medios de Comunicación; Bajo la impresentable excusa de mostrar la realidad que “es”con el único y descarado objetivo de escamotear un punto más de audiencia, tanto la programación como la publicidad proponen, exaltan, recrean modelos de conducta, apariencia e interacción que ni tan solo rozan la Educación como tema de sus historias y cuando lo hacen, solo es para marcar a fuego los estereotipos del más fuerte, el más audaz, el más astuto, aquel que medra en el intelecto y el esfuerzo ajeno para resolver la inmediatez de un examen, o impone amenazas y castigos a quienes se atrevan a resistir  sus imposiciones, ninguna historia recrea el cotidiano esfuerzo de los pocos que van al colegio a estudiar, de aquellos que diariamente en el mayor anonimato, transitan la solitaria ruta de la responsabilidad, el cumplimiento, el respeto y la evolución intelectual.

Permanentemente proponen la ancha y bien iluminada vía de las fiestas, los placeres instantáneos, la mejor alegría, las más amplias sonrisas y los seguros éxitos, sin aclarar nunca de donde provienen los medios que permiten tanto ocio y despreocupación. Es evidente que se pretende convencer de la licencia ilimitada para el disfrute, las responsabilidades y el trabajo es de los mayores, también de ellos la implícita obligación sin fecha de vencimiento de procurar los recursos económicos que les permita la disipada vida que disfrutan.

No hace falta más coherencia en estos argumentos, los personajes nunca serán mayores y nuestros hijos parece que tampoco consideran esa posibilidad, más allá de alcanzar la edad, ese mágico número que les permita legalmente, compartir el mundo de los mayores, pero solo en los disfrutes, lejos de las obligaciones.

Cada vez son más las publicidades que cuentan breves historias donde los docentes son ridiculizados, maltratados y obviamente derrotados en su intento de poner orden en la situación relatada. La mínima programación que propone contenidos de creciente calidad educativa, asombrosas ventanas a fenómenos, lugares y personas de un mundo que seguramente no podremos llegar a conocer de otra forma, capturan la atención de una también mínima porción de audiencia, nuevamente los pocos, los raros, los tragas, los comelibros, las ratas de biblioteca, que a mas del esfuerzo intelectual deben afrontar las consecuencias de esta diferencias desvalorizante.

-Desde la Sociedad; Simplemente podríamos sumar los ítems hasta este momento detallados, para tener un panorama cierto de la trascendencia que la sociedad como cuerpo vivo de la nación, le otorga a la educación. Aún persiste en leve grado el impulso, la inercia de tiempos mejores, en los que, independientemente de la metodología utilizada, los resultados eran abrumadoramente superiores a los que hoy muestra el cuerpo social.

A contramano de un mundo que a fuerza de adelantos tecnológicos, pone a disposición de todos y en todo lugar, un caudal de información abrumador en cantidad y calidad de contenido, a contramano confirmo, de la creciente y epidémica determinación de ignorar, no informarse, no aprender, no saber enseñar, no mostrar ejemplos, no exhibir valores, no enaltecer conductas positivas, no señalar ni acompañar el transitar de otros caminos.

La lectura ha dejado de ser un hábito, y nada mejor lo ha sustituido, los interrogantes sobre cuestiones de apenas mediana trascendencia, ya no están insatisfechos, simplemente no existen, nuestros hijos no se los plantean ni nos los plantean.

Simplemente no los tienen, como tampoco tienen proyectos, planes ni deseos que se aventuren más allá del próximo sábado, la próxima fiesta o las próximas vacaciones.

Menos aún pensemos en la vuelta a aquellas reuniones de amigos, que café por medio se enfrascaban en livianas discusiones sobre los respectivos futuros, las inquietudes personales o profesionales, sin dejar de lado por eso, el disfrute del merecido esparcimiento, compensación de la tarea cumplida.

Es hoy el estruendo de la música, la intensidad de las luces y el derroche de alcohol y estimulantes, el marco de reunión propicio, para debatirse en las mínimas palabras de un vocabulario paupérrimo, a los solos efectos de estar, simplemente estar, mostrarse y mirar, en un principio parados, luego grotescamente despatarrados en algún sillón y finalmente inermes en el piso, intoxicados, saturados de bebidas.

Muchos de nuestros hijos, lamentablemente demasiados, encuentran que esto es “pasarla bien”.

Y la violencia, la más cruda cara del salvajismo, cotidiana realidad en los colegios, unas veces en forma de disimuladas amenazas, generalmente de un grupo de alumnos que se nuclean alrededor del supuesto líder, seguramente el peor de ese grupo de mediocres.

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